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Crónica de la semana de Rubén Vasconcelos Beltrán, 26/Mayo/2014

por / lunes, 26 mayo 2014 / Publicado enÚLTIMAS

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26 de mayo de 2014

Por: Rubén Vasconcelos Beltrán

De los exalumnos del Instituto

Como cada año los integrantes de la Asociación de Exalumnos del Instituto de Ciencias y Artes realizaron una serie de actividades con el fin de rememorar la llamada Semana del Estudiante que organizaban los grupos directivos estudiantiles de ese entonces, primero, el Congreso Local de estudiantes y después al transformarse el Instituto en Universidad en 1955 tocó a la Federación Estudiantil Oaxaqueña hacer frente a este compromiso que era seguramente algo de lo más sobresaliente en el curso del año.

Se elegía al rey feo, a la reina de los estudiantes se hacían concursos de oratoria y declamación, justas deportivas, juegos chuscos, entrada al cine gratis, una comida, el baile y el 23 Día del Estudiante, una ceremonia científico literaria en el Paraninfo Universitario, en fin era una semana plagada de momentos de gran alegría que se convirtieron en experiencias inolvidables y que quedaron grabadas en el corazón y en la mente de los que tuvimos la gran oportunidad de disfrutarla a plenitud.

Pero como siempre sucede, las cosas cambian, surgen nuevos puntos de vista e intereses, y eso fue desapareciendo, pero cuando se integra gracias a nuestro amigo y compañero Daniel Bautista la Asociación de Exalumnos, se revive no en la misma forma porque eso resulta imposible dado que son otras las circunstancias y las formas de vida, pero no deja de ser una oportunidad para recordar aquellos días gloriosos de nuestra juventud. Con esto no se pretende permanecer en el pasado sino motivar la fraternidad entre los que quedamos de aquellas generaciones, convivir, disfrutar de los recuerdos, y de nuestras actuales experiencias, escuchar a alguno de nuestros compañeros porque hay muchos que tienen el privilegio de una gran sapiencia por las oportunidades que la vida les dio y que las supieron aprovechar es más a veces lo que se comenta da pie a que emprendamos nuevas tareas y nos hace conservar el ánimo de seguir haciendo cosas, de aprender más, de seguir admirando lo valioso de nuestro entorno, de opinar, de dar un punto de vista sobre los tantos problemas que hoy nos aquejan, pero sobre todo por el gusto de vernos, darnos un apretón de manos y un abrazo fraterno.

Ángel Porfirio Cervantes 

Con este criterio la directiva encabezada por la farmacéutica Nancy García Santibáñez, invitó al médico militar Gral., de Brigada Ángel Porfirio Cervantes para que nos ofreciera una plática sobre Oaxaca, su historia y su cultura, y como siempre lo hace vino de la ciudad de México en donde reside desde cuando concluyó la preparatoria en 1952 e ingresó en la Escuela Médico Militar en la que fue uno de los más brillantes alumnos, catedrático y director de la misma.

Pero ¿quién es Ángel Porfirio Cervantes Pérez? Nació en el barrio del Peñasco en 1934 el 7 de febrero, sus padres fueron el señor Porfirio Cervantes quien era periodista y tipógrafo y su madre la señora Soledad Pérez. Estudió su instrucción básica en la Escuela Primaria Federal Andrés Portillo y al concluirla ingresó al Instituto. Como la mayoría de los jóvenes de entonces Porfirio no sólo estudiaba sino también trabajaba, laboraba con uno de los poetas más admirados de entonces que era don Félix Martínez Dolls, propietario de una papelería situada frente al Sagrario en la calle de Aurelio Valdivieso.

Lo anterior le permitía tener algunos ingresos para ayudar al gasto familiar y personal, leer y leer buenos libros porque su preceptor lo aconsejaba, platicaba y comentaba con él las lecturas que hacía y lo invitaba a tomar la pluma para escribir ensayos o poemas o para la realización de sus tereas escolares. Esto lo llevó por el camino de la oratoria constituyéndose en uno de los más sobresalientes oradores en su tiempo, ganó el concurso estatal que le permitió participar en representación de Oaxaca en el concurso nacional  de 1951 al que convocó el periódico El Universal, obteniendo el segundo lugar cuando a estos concursos concurrían lo más granado de la intelectualidad juvenil de México.

Ese concurso lo ganó el joven Gonzalo Vásquez Colmenares, también oaxaqueño, pero representando a Baja California, y el tercero lo ocupó Raúl Carrancá y Rivas, que con el paso de los años se convirtió en uno de los más destacados jurisconsultos de México. El concurso se llevó a cabo en Jalapa, Veracruz, y lo acompañó el doctor Jorge Pérez Guerrero, entonces director del Instituto, pero también un inquieto galeno poseedor de una amplia cultura.

En 1953 el joven Cervantes ingresa a la Escuela Médico Militar concluyéndola en 1958 para luego hacer dos años de internado en el Hospital Central Militar, en el que como en la escuela se ejercía una disciplina rigurosa en cuanto al cumplimiento de los horarios de clases, de trabajo y evaluaciones de tal manera que al final de todos los que hacían el internado se seleccionaba a diez de ellos, de los cuales se escogía a tres y de esos tres a uno para quedar como jefe de residentes en el área de cirugía general, tarea que desempeñó por varios años.

La disciplina militar no se presta sino para cumplir a cabalidad con la responsabilidad que uno mismo se ha impuesto y el propósito de la educación que se imparte es siempre buscando los más altos rendimientos para lo que hay que sujetarse estrictamente a la normatividad establecida, de lo contrario, siempre habrá una sanción para el que no cumple. Aquí no se puede ver más que en línea recta, de frente, y eso quiere decir esfuerzo, estudio, honestidad, sacrificio, respeto a sí mismo y a los superiores, y más que eso a la institución, porque de uno dependen mucha cosas principalmente la vida de nuestros semejantes, afirma el Dr. Cervantes.

“Por eso el faro que guía nuestras acciones, nuestro desempeño, nuestros ideales, no pueden ser otros que la solidaridad, la responsabilidad, la dignidad, el compromiso, la disciplina, el espíritu de servicio, la lealtad, el trabajo en equipo, la verdad, el respeto, la integridad. Tuve maestros a los que siempre califiqué como eminencias, por ejemplo, al doctor Rafael García Carrizosa, gastroenterólogo oaxaqueño de origen; Jesús Kumate, infectólogo, quien fue secretario de Salubridad y Asistencia y Demetrio Mayoral Pardo, etc”.

Fueron cinco años los que estuvo en el hospital Central Militar haciendo cirugía general y uno, cirugía de tórax para luego partir a Francia al hospital Lannec, en París, en donde también se dedicó a esta terea durante dos  años así como en el hospital Roosvelt de Nueva York,  para luego regresar al hospital Militar en México, en el que  siguió practicando en su calidad de jefe, la cirugía de tórax para luego pasar a la jefatura de urgencias. Fue maestro de neumología en la Escuela Médico Militar y de cirugía con el grupo de residentes. Su desempeño le valió llegar a ser General de Brigada y al jubilarse se retiró como General Brigadier.

Aquí se inicia una nueva etapa de su vida, decide seguir siendo útil a la sociedad, aprovechar la experiencia, el conocimiento, el esfuerzo realizado durante tantos años, para seguir en la lucha, sirviendo a las instituciones de salud, a las organizaciones que tuviesen ese mismo propósito, a los particulares, por lo que se desempeñó como  subdirector médico del ISSSTE-Centro, en la ciudad de México y entonces tuvo la oportunidad de apoyar el equipamiento de la Unidad Regional Benito Juárez del ISSSTE en Oaxaca, cuando era delegado el Dr. Federico Cabrera Campos y director médico del hospital el Dr. Alberto E. Narváez, posteriormente se desempeño como jefe del área de planeación y jefe de asesores de la subdirección médica del Seguro Social y jefe del área de hospitales del Departamento del Distrito Federal.

Presidente del Colegio Nacional de Médicos Militares, expresidente de la Academia Mexicana de Cirugía, y miembro de la Academia Nacional de Francia, forma parte del Comité Internacional de la Cruz Roja Mexicana y es miembro de su Consejo Técnico. Cuenta con cinco libros publicados, Lesiones de Guerra, Trauma Torácico, Actualidades en Cirugía Torácica, Trauma,  y algunos referidos a la Seguridad Social, entre ellos, Opciones de Reformas a la normatividad de la Seguridad Social y,  Control de Costos en Atención a la Salud.

El tema que hoy le ocupa y que lo ha abraza con pasión dada su trascendencia social, política, financiera, humana, es la Medicina de Guerra, a la que dedica todo su tiempo, su experiencia, sabiduría y esfuerzo que comparte con otros especialistas de distintas partes del mundo de los cuales muchos de ellos les ha tocado vivir los horrores de las últimas conflagraciones como la de Corea, Irak, Irán, y la guerra que hoy se vive en las calles de algunas de nuestras ciudades en México, porque fenómenos como el narcotráfico, el secuestro, y otros han llevado a la industria armamentista a idear armas cada vez más potentes y sofisticadas cuyo empleo causan en el ser humano daños inimaginables en su cuerpo y en su mente, cuando ocurre algún siniestro entre las partes en conflicto y que por desgracia le toque a algún ciudadano común, los cuales deben ser atendidos de emergencia, esto se da con relativa facilidad en una ciudad en la que se cuenta con la tecnología y la capacidad médica adecuada, pero imaginémonos lo que pasa en una comunidad alejada en donde no hay estos recursos. Esta es la preocupación del Dr. Cervantes  y de ese grupo de amigos al que pertenece, por ello se han dado a la tarea de ir en el auxilio de los médicos que viven en esas comunidades para orientarlos, capacitarlos y puedan cumplir eficazmente con su cometido.

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