Las Firmas de Oro en el muro de La Florecita en La Merced

Por: Ólder Gutiérrez, el escritor de experiencias

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(www.todooaxacaradio.com, México, 2 de marzo de 2015).- Acudir al mercado de La Merced a desayunar es casi una experiencia mística. Las memelas de chile rojo o las quesadillas aún humeantes, despiertan el apetito del más satisfecho y aún del más conocedor en la gastronomía del mundo.

La experiencia varía según el lugar que uno elija para la ocasión. Se pueden comer unas empanadas en el pasillo de la entrada, donde las empanadas de champiñones y las de chorizo con papa son las campeonas, o bien, caminar un poco más al patio principal del mercado, donde los comedores sirven platos ya más elaborados, con enchiladas de mole rojo de por medio, con su cilantro y cebolla picada elevándose sobre la tortilla, como si se tratara de un volcán nevado de queso y crema según el gusto.

Para acompañar, el chocolate de agua, el chocolate atole, o una bebida con un nombre que hace recuperar las ganas de vivir: el champurrado. Es posible que se llame así, deduzco, porque precisamente al que se siente ‘champurrado’ lo revive y hace que el corazón vuelva a latir sin remedio pero con entusiasmo.

Casi todo el mercado está adornado de flores de la temporada y frutas que se descuelgan de las numerosas juguerías del lugar. Pero hay un componente más en esta obra maestra de la pintura gastronómica oaxaqueña: el pan, porque en este sitio también el pan, aunque a la venta, funciona como un decorador irremplazable y aún más como un aromatizador natural. Los montones de pan son como flores fragantes de azúcar y levadura.

En la primera galera al final, y ahí es por donde se debe empezar, está la Fonda Florecita. Un negocio que comenzó en el mercado cuando aún éste no se encontraba en estas calles de Nicolás del Puerto casi esquina Murguía en la Ciudad de Oaxaca, sino que los negocios atendían justo en el atrio del Templo de la Merced, a solo unas cuadras del lugar. Claro, eso hace más de 52 años, pues a la fundación del actual “Mercado Democracia”, el comedor se trasladó a este sitio.

Las enfrijoladas picantes y los higaditos del domingo son de lo más sugerido en La Florecita, pero otro atractivo indudable es su muro de recuerdos y visitantes, comenzado a ‘autografiar’ desde inicios de la década de los noventas, por visitantes tan distinguidos como Bono, el vocalista del histórico grupo U2, y quien se dice fue el iniciador de la tradición, hasta cronistas deportivos como Antonio de Valdez, cantantes como Armando Manzanero y Tania Libertad, sin que puedan faltar políticos, embajadores y personajes locales.

Buena sorpresa me llevé este sábado pasado (28 de febrero de 2015), cuando me dí cuenta que uno de los autógrafos estaba protegido. Se trata de un boceto y la firma de un pintor muy importante para el arte de México: Rodolfo Morales, cuyos cuadros suelen valer una fortuna y cuya obra puede verse muy cerca de la capital de Oaxaca, en su natal Ocotlán.

Pues la sola firma de Morales orilló a proteger el boceto con una mica. Pero no solo eso, este dibujo y el muro completo, por su significado para la comunidad del lugar, será cubierto para su protección por el Gobierno Municipal de Oaxaca de Juárez ahora que comienza la remodelación completa del mercado. Por eso, quise visitarlo, para verlo ahora sabiendo que así ya no estará en solo unas cuentas semanas.

Me tranquiliza que las autoridades vean un poco más allá del cemento y de los muros, pues esas firmas de alguna manera son un testimonio físico de lo que esa comida hace en el espíritu: es alegría que mueve a escribir, a cantar.

La buena comida provoca las palabras.

Te dejo algunas fotos de esta experiencia. Compártela y coméntala! Por cierto, en mi cuenta de twitter y en mi facebook hay más fotos de este lugar emblemático! y ¿A dónde iré estos días?

@gutierrezolder, Escritor de Experiencias.

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